Por: PhD (c) Joao De Souza Pacheco

El arándano (Vaccinium corymbosum) es un cultivo que ha crecido bastante en nuestro país, llegando a ser importante en la agroexportación, ya que tiene alta demanda en los mercados de Estados Unidos, Europa y China, lo que aumenta su producción, logrando un rápido retorno de la inversión y alta rentabilidad.

 

Sin embargo, este cultivo sufre de varios ataques, producto de la acción de diferentes patógenos, los cuales ocasionan serias pérdidas económicas. Uno de estos agentes es Microsphaera vaccinii (también conocida como Erysiphe vaccinii), que ocasiona el oidium en el arándano, el cual es una enfermedad con una alta incidencia en el los campos de cultivo de nuestro país.

Los síntomas que M. vaccinii ocasiona en las hojas de los arándanos varían entre los clones debido a sus niveles de resistencia a las enfermedades. Los síntomas que se observan en los clones susceptibles, los primeros síntomas de la enfermedad aparecen como pequeñas manchas de coloración rojiza en la superficie superior de la hoja. Hay que prestar atención con este síntoma, ya que se podría confundir con la mancha foliar ocasionado por Septoria, pero en el caso de este último, las manchas en la superficie superior de la hoja siempre están asociadas con lesiones húmedas. Las manchas causadas por el oídium se expanden y pueden cubrirse con hifas blancas muy finas visibles con una lupa o estereoscopio. Con el tiempo, la decoloración roja puede volverse severa y la parte inferior de las hojas también puede volverse roja. Las manchas comienzan a volverse marrones y las hojas gravemente afectadas comienzan a curvarse y caer, lo que dificulta distinguir el oídium de la mancha foliar de Septoria, ocasionando una defoliación severa en el cultivo, tanto en campos de fructificación como en los brotes. En caso de enfermedad grave en los campos de brotes, las yemas de las flores y las hojas pueden verse afectadas. Aunque los tejidos exteriores pueden parecer normales, cuando se abren, los tejidos internos de las yemas pueden aparecer oscurecidos debido a la colonización de hongos, lo que reduce la viabilidad. Además de afectar el follaje, lo que disminuye el área foliar, la acción fotosintética y la acumulación de carbohidratos, el oídium también puede afectar la fruta cuando aún está inmadura. Los primeros signos de enfermedad aparecen como una decoloración rojiza en las bayas verdes y con el tiempo las áreas afectadas se vuelven marrones y las bayas pueden marchitarse y caerse. Pueden verse hifas del hongo muy finas en las bayas verdes. De este modo, la fruta disminuye en cantidad y calidad. En algunos clones, el crecimiento de hongos en la superficie superior e inferior de las hojas se hace evidente como un depósito blanco, mientras que otros clones pueden mostrar solo la decoloración rojiza. Cuando el frío comienza, los micelios se agregan entre sí y llegan a formar estructuras esféricas llamadas cleistotecios, que son las estructuras de conservación del hongo; lo que corresponde a la fase sexual del hongo, siendo importante su detección temprana, ya que su presencia indica que la enfermedad podría comenzar antes de lo normal en un nueva campaña, ya que es un patógeno de ciclos cortos y de fácil diseminación por el viento.

Este patógeno inserta solo el 5% de sus estructuras en las células epidérmicas del tejido foliar, obteniendo de ahí su alimentación. Debido a ello, en infecciones iniciales, su control es relativamente fácil; sin embargo, cuando el problema es severo, el conjunto de conidias puede repeler el agua junto con el producto que se está aplicando; de ahí la importancia del control temprano de este hongo. Como varios productos para la agroexportación, los productos biológicos están siendo muy utilizados para suplantar los productos químicos, los cuales no sólo generan resistencia en los patógenos sino que a su vez dejan ciertos residuos que evitarían su exportación. De esta forma, varios reportes indican que el tratamiento para oidium es la misma para controlar Botrytis cinérea; siendo más recomendado el uso de productos basados en Bacillus subtilis. Justamente de esta bacteria hay varios reportes que demuestran su alta eficiencia para controlar patógenos. Uno de ellos es el realizado por Hinarejos et al (2016), en donde evaluaron la acción de una cepa de B. subtilis contra Pseudomonas syringae, B.  cinérea y Lactuca sativa, observándose de la acción de la bacteria antagonista redujo la enfermedad; además encontraron que hubo una inducción de la proteína antifúngica PR1 después del tratamiento con B. subtilis, además dicha bacteria produjo surfactina e iturina A, que son compuestos descritos como lipopéptidos antifúngicos y antibióticos, concluyendo que el B. subtilis puede usarse eficazmente como agente de control biológico. B. subtilis también se ha empleado contra otras especies fúngicas causantes de oídium, como es el caso de Hafez et al (2020), en pepinillo, Xie et al (2021) contra oídium en trigo, Bettiol et al (1997) y Gilardi et al (2008) contra oídium en zapallito italiano, con muy buenos resultados.

Si desea conocer sobre la acción y eficiencia de los productos biológicos, en los ensayos realizados por nuestro desarrollistas, los invitamos a que visiten nuestra página web y nuestras diferentes redes sociales, en donde los productos BAC42 y BaB 8 pueden controlar diferentes agentes fúngicos.